Léon Denis
Nació el 1 de enero de 1846 en Foug en el seno de una familia humilde, hijo de José y Ana Lucia Denis, la situación familiar determinó que tuviera que empezar a realizar trabajos a muy temprana edad, apreciando así, más aún si cabe, el tiempo que le restaba una vez terminadas sus tareas, aprovechando el mismo de forma intensa en el estudio y desarrollo intelectual, circunstancias que le convertirían en un riguroso, serio e importante autodidacta.
La inquietud del joven Léon Denis le hacía desear viajar y conocer mundo, lo que consiguió con un trabajo de representante comercial a la temprana edad de 18 años, visitando así numerosos países en Europa e incluso en África. También bebía las aguas por la música, le apasionaba y asistía con frecuencia a eventos musicales e incluso realizó sus propias composiciones. Persona muy avanzada para su época, de niño no atendía a juegos o distracciones propias de su edad, por el contrario estudiaba y desarrollaba su inteligencia con ocupaciones formativas, adquiriendo cultura y conocimientos muy bastos e importantes; y de joven, sus gustos y dedicaciones fueron incrementándose por la música, la lectura y el conocimiento en general, con costumbres saludables, sin fumar, prácticamente vegetariano, y cuidando no solo su intelecto sino también su cuerpo.
Ávido de conocimiento el joven Léon Denis en 1864 encuentra, en una de sus continuas visitas a las librerías, un ejemplar de la obra de Allan Kardec “El Libro de los Espíritus” que le hizo manifestar que encontró en aquel libro la solución clara, completa y lógica, al problema universal, disipando la doctrina espirita toda su indiferencia e incertidumbres. Por aquellas fechas las mesas parlantes y giratorias estaban de moda en Francia, lo que determinó a Léon Denis, también de forma autodidacta a experimentar y estudiar dichos fenómenos, llegando a desanimarse por no contar con los resultados en el tiempo esperado, concluyendo que los espíritus exigían madurez y perseverancia antes de revelar sus misterios.
En el trienio inmediatamente anterior a 1870 tuvo la oportunidad de conocer y escuchar a Allan Kardec, en su diversas visitas a Tours, quedando grata y altamente impresionado. A su vuelta de la guerra, que tuvo lugar por la invasión germana, empezó a asistir a sesiones y desarrollarse mediumnicamente, combinando la practica mediumnica con conferencias, charlas, continua enseñanza y trabajo a favor de los postulados de Allan Kardec por lo que fue conocido como el apóstol del espiritismo. La labor divulgadora espirita se acentuó a partir de 1882 siendo sostenida, preservada y perseverada por el mismo a pesar de las continuas trabas y cortapisas que le pusieron los adversarios de la doctrina. “El por qué de la vida” y cinco años después en 1890 “Después de la vida” fueron sus primeros libros, entre los que profirió un gran discurso en el Congreso Internacional Espirita celebrado en 1889. En 1903 se publica su obra “En lo invisible” donde se recogen sus experiencias de tantos años de práctica.
A pesar de sus graves problemas de vista, que no se solventaron a pesar de ser intervenido quirúrgicamente, consigue en 1911 publicar “El problema del Ser y del Destino” ayudado por asistentes que suplían su minusvalía visual. Prácticamente ciego, de 1922 a 1924, escribió los libros “El Espiritismo y el Arte” y “El Espiritismo y las cuestiones Sociales”. En 1927, el mismo año de su desencarnación escribió “El Genio Céltico y el Mundo Invisible”, y así desencarnó trabajando por la causa y doctrina espirita vaticinando que la misma sería la que daría contenido a la fe universal y a la religión de los próximos tiempos.